El restaurante Quintaesencia se encuentra apostado en Cervantes, una de las calles más céntricas y con más historia de la ciudad de Mérida. Se encuentra regentado por una pareja de origen astur-onubense –un aspecto que puede observarse en su carta- de trato muy agradable. Aunque en esta ocasión sólo pudimos saludar al dueño, que fue quien realizó en exclusiva todo el servicio que habíamos apalabrado con anterioridad.
Dirigidos por Alberto Cubero y Pepe Fuentes –comité organizador al que agradecemos las gestiones realizadas- el Club se dirigió a este céntrico restaurante que pocos de sus miembros conocían. Como es buena costumbre y si no fuera así no sería nuestro Club, hubo convocatoria oficial en el bar Sol con su archiconocida especialidad de pestorejo y las ya consabidas filtraciones. Así es la vida, no pestorejo, no way. Llama la atención, consultada la lista de restaurantes de la ciudad que realiza Tripadvisor, que el restaurante ocupa una magnífica cuarta posición con una crítica generalizada de los clientes de 4,5 sobre 5 estrellas, rozando la excelencia. Sin embargo como decíamos, nos llamó poderosamente la atención que un viernes en turno de cenas fuéramos los únicos sentados a la mesa en toda la noche. Alguien comentó que en turno de comida siempre hay más comensales, extremo éste que tendremos que confirmar.
Dirigidos por Alberto Cubero y Pepe Fuentes –comité organizador al que agradecemos las gestiones realizadas- el Club se dirigió a este céntrico restaurante que pocos de sus miembros conocían. Como es buena costumbre y si no fuera así no sería nuestro Club, hubo convocatoria oficial en el bar Sol con su archiconocida especialidad de pestorejo y las ya consabidas filtraciones. Así es la vida, no pestorejo, no way. Llama la atención, consultada la lista de restaurantes de la ciudad que realiza Tripadvisor, que el restaurante ocupa una magnífica cuarta posición con una crítica generalizada de los clientes de 4,5 sobre 5 estrellas, rozando la excelencia. Sin embargo como decíamos, nos llamó poderosamente la atención que un viernes en turno de cenas fuéramos los únicos sentados a la mesa en toda la noche. Alguien comentó que en turno de comida siempre hay más comensales, extremo éste que tendremos que confirmar.
Hablando del local, a pesar de su céntrica ubicación en una casa de las antiguas de la ciudad, casi pasa desapercibido entre los negocios colindantes que no se dedican precisamente a la restauración; quizás no ayude el hecho de que no tiene una entrada que resulte llamativa, sino más bien pequeña e inadvertida y no resulta fácil diferenciarlo a primera vista. En todo caso, una vez dentro el local resulta contenido y el ambiente se percibe tranquilo, no podemos referir de momento más sobre este aspecto pues éramos los únicos clientes de la noche. Aún así el local no destaca por una decoración excesivamente cuidada, donde dominan los tonos anaranjados aunque tampoco desagrada por su sencillez, contribuyendo a esa sensación de tranquilidad que referimos, dándole protagonismo a la comida, lo que no es malo sino todo lo contrario. En general podríamos decir que se trata de un sitio agradable para sentarse a la mesa.
Unas fotos del local sacadas de su web.
En cuanto al servicio que nos ofreció el responsable de Quintaesencia, debemos decir que fue de lo más cercano y simpático que hemos visto a la par que profesional. Él solo atendió todas las peticiones del Club con diligencia y buen sentido del humor. Se mostró cercano y amable, prestándose con una nota de humor a cantar las comandas que nos iba sirviendo para que el Sr. Barco pudiera grabarlas y ayudar luego en la realización de esta sufrida crónica y por primera vez, transmitirla a los miembros que no pudieron asistir en pseudo streaming por WhatsApp. Este Club es transparencia total, ahora que está tan de moda. Un diez en atención, simpatía y cercanía bien entendida con el cliente. Incluso añadiríamos que, habiendo apalabrado en las previas la cantidad de vino a degustar y habiendo sobrepasado ésta, tuvo el buen gusto de servir otra botella más sin pasarla por la dolorosa. Todo un detalle con el cliente que denota conocimiento del oficio y un saber estar que no es precisamente baladí en los tiempos que corren. Desde aquí agradecemos el gesto.
Toca hablar del menú. Cerrado como suele ser costumbre y a un precio a considerar: 25 euros por persona. Se compuso de unos entrantes al medio, un primero, segundo y postre, café y licor incluidos, además del vino y de la cerveza. Generalizada la opinión entre los miembros del Club de haber disfrutado de una comida en cantidad no excesiva –para una cena es de agradecer- pero suficiente para salir sin hambre, con una calidad de viandas excelente desde entrantes a postre, habiendo disfrutado de uno de los mejores precios de los que hemos disfrutado en el Club. El menú se compuso de las siguientes especialidades:
Entrantes,
Tostas de paté de jabalí y paté de patatera
Foie de pato casero al Pedro Ximénez con reducción de vino
Ensaladilla rusa de salmón con falso caviar rojo
Ensalada de atún fresco, naranja y fresa con crema de Módena
De primero,
Atún al eneldo
De segundo,
Cachopo asturiano
De postre,
Mousse de Luis Felipe
El vino tinto,
Condado de Oriza. Crianza. Bodegas Pago del Rey
Tostas de paté de jabalí y paté de patatera
Foie de pato casero al Pedro Ximénez con reducción de vino
Ensaladilla rusa de salmón con falso caviar rojo
Ensalada de atún fresco, naranja y fresa con crema de Módena
De primero,
Atún al eneldo
De segundo,
Cachopo asturiano
De postre,
Mousse de Luis Felipe
El vino tinto,
Condado de Oriza. Crianza. Bodegas Pago del Rey
Haciendo una valoración general sobre la cena, diremos que consideramos de calidad la materia prima que se nos sirvió. Dando unas pinceladas, sobre los entrantes diremos que la patatera gustó, sobre todo a uno de los organizadores. El foie con los piñones y la compota de manzana es un clásico. No gustó la excesiva cantidad de reducción de vino que lo empapaba, quizás con un pequeño toque habría sido suficiente. La ensaladilla rusa fue todo un descubrimiento, gustó mucho y aportó un toque de sorpresa al menú, pues el salmón sustituyendo al atún aporta una suavidad extraordinaria. Completa además el efecto visual el falso caviar rojo, que si bien no aporta excesivo sabor, sí que por su colorido sugiere como bastante apetecible el plato. Finalizando los entrantes y diríamos que es lo que más gustó al personal, se encuentra la ensalada de atún fresco. Según nuestro anfitrión, el atún fresco se cuece allí mismo y podemos dar fe, que éste estaba exquisito, sustentado por los pimientos asados que servían de base. La mezcla además de la naranja y la fresa aportan ese toque ácido que el plato parece necesitar y constituyen en sí otra de las sorpresas de la cena, pues no es muy frecuente encontrar ensaladas con esta mixtura de ingredientes. Como pero a los entrantes señalaremos que tanta reducción de vinagre de Módena (en la ensaladilla rusa y en la ensalada de atún) es algo cansada y demasiado repetitiva. Quizás fuera un acierto sustituirla, aunque en términos generales los entrantes estuvieron correctos. En cuanto al primero, atún al eneldo, es de destacar que estaba en su punto y que casi se deshacía en la boca. La guarnición de espárragos verdes a la plancha con la cereza, en nuestra opinión, es todo un acierto. Y el plato fuerte de la noche, el cachopo astur. Se trata de dos filetes superpuestos de retinto, rellenos de jamón, queso, toque de foie, cebolla caramelizada, perejil y espárrago picado. Todo ello en empanado y con queso de cabrales de cobertura, como se puede apreciar en las imágenes. El plato gustó, una mezcla muy curiosa y fácil de comer. Quizás lo que sí se echó en falta fuera un poco más de queso de cabrales por encima, habría potenciado mucho más los sabores del cachopo y habría sido una explosión de asturianidad, al fin y al cabo el cachopo es plato con origen astur, como nos hizo saber amablemente nuestro anfitrión. Al Sr. Barco incluso le habría gustado aún más. Las patatas fritas que lo acompañaban no estuvieron a la altura, siendo deseable que en una próxima ocasión hubieran sido frescas y no congeladas. En cuanto a la mousse con dulce de leche, nata y brandy Luis Felipe que da nombre a la elaboración final, hizo las delicias de los que gustamos de un toque dulce después del salado. Mención especial merece el vino, Condado de Oriza, de las Bodegas Pagos del Rey. Un crianza Ribera del Duero del 2011, 100% tempranillo, que ha permanecido 14 meses en barrica nueva de roble americano y después de su envejecimiento pasa 9 meses más en botella. Un vino con una entrada suave y sabroso en el paso, reconocible para los que gustan de la denominación de Ribera del Duero, que hizo las delicias de todos los que disfrutamos del vino.
El foie
La ensaladilla
La ensalada
El atún
El cachopo
La mousse
El vino
En definitiva, una cena del gusto de este Club. Contextualizando todo lo dicho hasta ahora en un precio más que atractivo (recordaréis que han sido 25 euros, no es ningún roto en el bolsillo). Diremos pues que la velada transcurrió sin aspectos negativos que merezcan la pena destacar, con algunas cuestiones mejorables pero con otras notables y un lugar interesante para degustar alguna de las sorpresas que a buen seguro deben existir en el menú, visto alguno de los platos que degustamos, y que harán que nos salgamos de la típica carta de muchos de los restaurantes de la ciudad. Lugar acogedor y recomendable, dado el buen hacer que la fusión astur-onubense que regenta el restaurante consigue transmitir.
Por supuesto, una vez más pusimos broche
a la cena intentando arreglar los rotos que le hicimos al mundo en la
última reunión del Club hace dos meses, para lo cual en esta ocasión
contamos con la inestimable compañía de Pumuki y Trabuco. La vida sigue siendo así,
no gin no way, chacho.
Hasta la próxima. Y salud,
Juan Antonio Aragón.















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